La guerra civil cerró sus puertas con la intención de no volverlas a abrir nunca jamás, o sólo después de muchísimos años, para los miles de exiliados que tuvieron que marcharse, dejando recuerdos, vidas, familias, su propio pasado. Y si para todos el exilio fue, y es, una experiencia desgarradora, considero oportuno distinguir etapas y lugares. El exilio italiano se caracterizó por unos rasgos únicos. Si hacemos las debidas excepciones el exilio italiano empezó en una época más tardía, en los años sesenta. Se podría hablar entonces de un exilio meditado y, en la mayoría de los casos, de un exilio feliz. Los intelectuales fueron acogidos como la flor de la España republicana, los representantes de la España leal derrotada por el franquismo: pensemos a Rafael Alberti, María Teresa León, Jorge Guillén, que se relacionaron con la intelligentsia nacional y con las más prestigiosas tertulias, culturales y políticas. Y de intelectuales es el caso de hablar, únicos protagonistas del exilio italiano: los campesinos y los obreros que duramente se habían establecido en otros países, no estaban dispuestos a volver a empezar. La mediterránea, feliz Italia de los años sesenta, dividida en dos partes especulares, con un Partido Comunista fuerte y culturalmente atractivo y una Democracia Cristiana eternamente en el gobierno, era una nación joven y fuerte y supo acoger como una madre a esos hijos abandonados en la diáspora. Y quizás los exiliados españoles pudieron ver en ella la España liberada que en 1939 no tuvieron la suerte de conocer.
El exilio español y el descubrimiento de Italia / A. Fiore. - STAMPA. - (2012), pp. 157-166. (Intervento presentato al convegno Geografías del exilio republicano español tenutosi a Birmingham nel 10.09.2008).
El exilio español y el descubrimiento de Italia
FIORE, ARIANNA
2012
Abstract
La guerra civil cerró sus puertas con la intención de no volverlas a abrir nunca jamás, o sólo después de muchísimos años, para los miles de exiliados que tuvieron que marcharse, dejando recuerdos, vidas, familias, su propio pasado. Y si para todos el exilio fue, y es, una experiencia desgarradora, considero oportuno distinguir etapas y lugares. El exilio italiano se caracterizó por unos rasgos únicos. Si hacemos las debidas excepciones el exilio italiano empezó en una época más tardía, en los años sesenta. Se podría hablar entonces de un exilio meditado y, en la mayoría de los casos, de un exilio feliz. Los intelectuales fueron acogidos como la flor de la España republicana, los representantes de la España leal derrotada por el franquismo: pensemos a Rafael Alberti, María Teresa León, Jorge Guillén, que se relacionaron con la intelligentsia nacional y con las más prestigiosas tertulias, culturales y políticas. Y de intelectuales es el caso de hablar, únicos protagonistas del exilio italiano: los campesinos y los obreros que duramente se habían establecido en otros países, no estaban dispuestos a volver a empezar. La mediterránea, feliz Italia de los años sesenta, dividida en dos partes especulares, con un Partido Comunista fuerte y culturalmente atractivo y una Democracia Cristiana eternamente en el gobierno, era una nación joven y fuerte y supo acoger como una madre a esos hijos abandonados en la diáspora. Y quizás los exiliados españoles pudieron ver en ella la España liberada que en 1939 no tuvieron la suerte de conocer.File | Dimensione | Formato | |
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